jueves, 13 de noviembre de 2008


Parecían tan iguales, y tan diferentes a la vez…
Eran una función perfecta, la misma, pero cada uno era un máximo y un mínimo… curvas sinusoidales que se repetían una y otra vez, pero sus corazones (o sus mentes) nunca eran el mismo punto.
La razón la hizo guardar todo su pasado en un diario íntimo interior.
Cada día era más pesado que el osmio.
Su corazón vivió el día a día, y así, hizo que viera un oasis en el desierto, y traiciono a su razón.
El corazón no tiene razones…













…y muchas veces tampoco tiene razón.

1 comentario:

Gustavo Yuste dijo...

A vos sola se te ocurre darme toda una explicación fisica...

Suerte (: