miércoles, 5 de enero de 2011

Sutil invitación


Cuando caiga la noche y nos encontremos juntos, puedo jurar… el aroma de mi piel penetrará por tus poros. Perder la razón y el corazón solo de placer.
Pronuncio el poema que se amolda a la forma de tu cuerpo y de tu boca.
Dejame conversarte con las manos sobre aquel territorio donde grita la sangre, se agitan los latidos y no hacen falta palabras.
Imagino la melodía de tu voz con un tono suave y sensual invitándome a poseerte…
Me acerco a vos, puedo percibir tu aroma, sentir el roce de tu cuerpo. Tu mirada penetrante y lujuriosa se clava en mis ojos.
Sentir el contacto de tu boca sedienta de placer, enloquecer con el sabor de tus labios, teniendo así, una proximidad peligrosa, pero carnalmente tentadora más allá de todo raciocinio.
Ofrecerte de mi todo lo que tu voluntad pretenda… emocionarte, empapar de sudor hasta tus huesos mientras me confesas al oído tus fantasías mas intimas.
Envolverte de sensualidad hasta que logres rendirte ante el dominio de tus excitados sentidos, y así, intentes apropiarte de mí… y cuando te tenga así, entregado al deseo, sometido a ese agridulce hechizo, en un orgasmo infinito, solo así…
Matarte.